Este libro muestra una visión amplia del mundo de la bioconstrucción, y acerca a cualquiera que lo desee al arte de crear espacios saludables, ecológicos y armoniosos.
La estructura de los capítulos sigue paso a paso el desarrollo de un edificio: el nacimiento de la idea, la ubicación, la búsqueda de quienes van a intervenir en el proyecto, su desarrollo, la contratación, la construcción, los acabados, la decoración, etc., hasta su total materialización.
Materiales sanos, diseños armoniosos, formas creativas y espacios de luz y color son algunos de los criterios esenciales para crear nuestro espacio vital.
Todos tenemos el derecho a habitar espacios que ofrezcan las cualidades vitales que se desarrollan en este libro, y ahora podemos descubrir cómo lograrlo.
Otra forma de vivir en comunidad que ofrece posibilidades muy interesantes a las personas que sienten el cambio y quieren vivir experiencias comunitarias abiertas.
“Es una tecnología fácil de estructuras bellas, con los materiales más sencillos. Conlleva poder construir nuestra propia casa con techos altos, arqueados, con poco más que agua y barro, acabándola después con revocos, alicatados, ventanas, elementos ornamentales,... en pocos días.
Bajo nuestros pies, hay todo un tesoro: la tierra y el agua. Por encima del suelo, las
personas que anhelamos paz, cooperación, felicidad.
Este sistema nos ofrece la libertad de ir a cualquier rincón del mundo, cavar y construir para nosotros, una vivienda, y para nuestra comunidad, los espacios comunes necesarios, utilizando la tierra, el sol, el viento y los elementos naturales. Durante el proceso, las personas descubren su propio potencial creativo”, decía Khalili.
Las viviendas de Superadobe están basadas conceptualmente en métodos de construcción tradicionales del medio oriente, que pueden incorporar, sistemas energéticos renovables, como agua caliente solar, equipos eléctricos fotovoltaicos, depuración y reciclaje de aguas, y otros que den lugar a edificios autónomos, ecológicos, sostenibles, bellos.
Ese singular edificio blanco, que se ve desde la carretera de Barcelona, vanguardista y lineal, y sin embargo, con vegetación abundante que desborda de sus terrazas, es el Espai Verd, un edificio de viviendas que se construyó en los años 80 en régimen de cooperativa gracias a la visión de un arquitecto humanista, intelectual y espiritual llamado Antonio Cortés Ferrando. La idea de conjugar en un espacio utópico las ventajas de un chalet y un piso y potenciar la presencia de la naturaleza en la ciudad ya surgió en su etapa de estudiante, en el año 1970. Con el punto de partida del emblemático proyecto del Hábitat Montreal (construído en el año 1967 en Canadá por el arquitecto Moshe Safdie), comenzó a surgir entre el mundo de la arquitectura un interés por conjugar la naturaleza en los edificios de viviendas, con amplias terrazas ajardinadas. En ese momento, convivían dos tendencias: la primera consistía en construir viviendas unifamiliares alejadas de la ciudad, y la segunda en crear un hábitat dentro de la propia ciudad, mucho más utópica. En 1980, la idea de Antonio Cortés comienza a tomar forma, reuniéndose con otros amigos para esbozar las líneas generales y comenzando a buscar terrenos idóneos para hacerlo realidad. En 1991 se entregó la primera fase del Espai Verd, un concepto de edificio de viviendas que sin pretenderlo se convirtió en el paradigma de la vivienda del futuro, donde conviven la vertiente arquitectónica, la tecnológica y la espiritual.