Es interesante ver la evolución que están sufriendo las ciudades y cómo se está creando otro tipo de consciencia entre la ciudadanía, proyectando hábitos más saludables y sostenibles. Hasta hace pocos años parecía impensable que en el interior de las ciudades, rodeados de asfalto y cemento pudiera surgir un huerto mantenido por asociaciones de vecinos o colectivos de personas, sensibles con una alimentación más sana o lo que es lo mismo, preocupados con su salud. Actualmente no es raro que en colegios e institutos se realicen actividades que acerquen a niños y jóvenes a crear consciencias diferentes, aunque no nuevas ya que muchas veces se trata de recuperar el acercamiento a la Tierra que poco a poco se estaba perdiendo.

El nuevo concepto de SMART GREEN CITY se va concretando en nuevas formas de vivir que conlleva necesariamente a un cambio de comportamiento de sus habitantes, antes más comunes en el mundo rural, que aglutina a  asociaciones y colectivos en recuperar espacios comunes para compartir, divertirse y organizarse. En este aspecto la Permacultura Urbana tiene mucho que decir, aprender y abrir nuevas vías de sostenibilidad de un ecosistema como el urbano donde anteriormente no pareciera posible. Ya no es sólo la agricultura visible en espacios recuperados de la degradación urbanística sino también se empieza a notar en cómo nos organizamos en pequeñas comunidades, en el uso de energías limpias, en el reciclaje de las aguas residuales, el tipo de consumo diario, la construcción (bioconstrucción) con el uso de materiales naturales y más respetuosos con el medio ambiente y con las personas y en una economía más humanizada.

Muchas empresas empiezan a mirar a sus trabajadores con otros ojos. Ya están dejando de mirarlo como una máquina productiva más sino también se empiezan a preocupar por su estado físico y emocional que al fin y al cabo repercute en su trabajo. Por eso cada día hay más empresas que se preocupan por crear espacios más amigables en los entornos de trabajo. Un buen ejemplo es la colocación de tejados verdes y jardines verticales en las instalaciones que aparte de la visible mejora estética acarrea un extenso listado de beneficios.

Otro elemento cada vez más extendido principalmente en restaurantes, tiendas y oficinas son los cuadros vivos o cuadros verdes para zonas interiores. Son, ni más ni menos que cuadros que en su interior van plantas vivas, formando diseños y combinaciones y en los que los diseñadores utilizamos las plantas purificadoras del aire.

Los primeros en dar cuenta de ellas fue la NASA que publicó en 1989 un listado con más de 25 especies vegetales capaces no sólo de purificar el aire sino también de absorber los químicos tóxicos que generan plásticos, pinturas, moquetas y demás derivados del petróleo. Y además aportan otros beneficios como se citan en los estudios del profesor Akira Hoyano, del Tokyo Institute of Technology y el profesor Alan B. Darlington del Department of Plant Agriculture de la University of Guelph como la disminución de polvo ambiental, la disminución de CO2, una mayor presencia de oxígeno ya que un 1 metro cuadrado genera el oxígeno que necesita una persona en un año, aumento de la humedad ambiental y niveles considerablemente más bajos de estrés. Prueba de ello es que en grandes empresas como Microsoft o Google entre otras ya cuentan con cuadros verdes en sus salas y pasillos.

Pero los cuadros verdes no son exclusivos de lugares de trabajo. Cada vez más viviendas se benefician de las particularidades de contar con un espacio único e invierten en estos ecosistemas en miniatura en habitaciones  y  salones, llenando las paredes de luz y vida.

Belén Sánchez y Jesús Vegas

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