Ya en los años 50, Alice A. Bailey(1) daba una importancia fundamental a las emociones y los pensamientos en el origen de las enfermedades. La medicina oficial, a pesar de que en la práctica clínica, continuamente, aparecen evidencias de la enorme influencia del estado afectivo de la persona, sobre su salud, poco o nada se hace para incidir sobre las emociones del paciente. Iniciativas como la de permitir la entrada de los payasos a los hospitales para animar a los niños, son para aplaudir, pero resultan insuficientes si contemplamos el conjunto del sistema sanitario, pues la atención del factor emocional debería de constituir el eje primordial de la terapia y uno una escaramuza extraordinaria. Eso es lo que se desprende de todas las investigaciones que se han llevado a cabo, de entre las que merece especial atención las realizadas por el Dr. Hammer, quien descubre y demuestra la patogenia del cáncer, a partir de un shock psíquico, que da lugar, al foco Hammer, en el cerebro. Un punto a partir del cual se despliegan ondas concéntricas apreciables con el skaner. Posteriormente aparecerá la neoplasia en un tejido vinculado con el área cerebral por su origen embriológico(3).
En relación a la enfermedad cardiovascular, es Andreas Moritz quien demuestra una conciencia más clara de las necesidades reales del enfermo del corazón, recomendando la caricia, como el medicamento más efectivo: “El cuerpo recuerda más vivamente el contacto cariñoso que las palabras escuchadas y reproduce las mismas sustancias cada vez que revive la sensación de contacto en la memoria. Sobretodo, los enfermos del corazón necesitan sentirse queridos y cuidados, porque sus corazones han perdido la dulzura de la vida que está presente, de manera natural, en cualquier relación entregada y amorosa, en la que el intercambio emocional es permanente(4). El enfoque de la medicina oficial es poco efectivo, porque no enseña al paciente a generar sentimientos positivos y cuando la persona se siente desgraciada, los medicamentos no tienen efecto terapéutico. Uno no enferma del corazón por una mala dieta, ni por fumar; sino porque no encuentra sentido a la vida, porque no se siente amado.
¿Qué es lo que aporta la Noética? La Noética aplica las técnicas orientales de meditación para mostrar al individuo a generar estados de felicidad, a partir de los cuales puede regenerar su organismo. El practicante aprende a abrir el centro energético del corazón y a llenar todo su cuerpo de energía amorosa. Aprende a estimular su cerebro, incrementando la producción de serotonina y melatonina. Y lo más importante de todo, aprende a experimentar cómo, ayudando a otros, se ayuda a sí mismo, ya que quien regala amor nunca está falto del mismo, pues el amor es la única sustancia que tenemos más cuanto más damos.
La palabra Noética significa “Ciencia de la Conciencia”, en griego y fue propuesta por la cardióloga francesa Tèrése Brosse para denominar al yoga del occidental, ya que según ella, el occidental no debía copiar al oriental, sino construir su propio yoga.
Rafael García Perelló.... juntos somos más.