Reproducimos un artículo publicado en el periódico frances Le Monde, en noviembre de 2007, por Yves Cochet, un ex ministro frances, dedicado entre otras tareas a difundir información sobre el pico del petroleo y la incidencia de este indicador en el futuro próximo de la economía y del sistema en el que vivimos inmersos, creemos que es un excelente documento para tomar conciencia de la importancia de comenzar a organizarnos y asumir esta circustancia como una oportunidad para situarnos en posición de influir positivamente en este gran reto colectivo, esto solo se puede hacer comenzando por uno mismo y por el entorno próximo.
A este precio, el petróleo crudo no es caro, así como el litro de gasolina súper a 1,50 euros. El precio del barril en los mercados neoyorquinos recobra, hoy en día, el mismo nivel al que llegó en 1980, al tiempo que la compra de un litro de carburante requiere dos veces menos de horas de trabajo con el salario mínimo oficial en Francia, que hace veinte años.
Estos niveles nos parecen elevados debido a que estamos acostumbrados a precios mantenidos extremadamente bajos, por las multinacionales del petróleo, y después por la OPEP. Esa época se ha terminado. En adelante, el precio del petróleo y el de todas las energías, estará siempre a la alza por tres razones principales de origen geológico, económico y geopolítico.
Las otras razones son marginales. Un ciclón tropical en el Golfo de México, una huelga en Nigeria, una especulación en los mercados de materias primas… todo esto llega en ocasiones y empuja a la alza el precio. Pero pasados estos episodios, la cotización del barril no desciende. Los optimistas no pueden explicar el porqué el barril costaba 20 dólares en 2002 y casi 100 hoy. El modelo del mundo que percibe el occidental promedio es que el mercado y la inventiva humana vendrán a resolver los problemas que afronta la humanidad, desde luego, el fin de las energías fósiles baratas y el cambio climático. ¡Qué ceguera! Si queremos conservar los principios de nuestra sociedad, que son la paz, la solidaridad y la democracia, no tenemos otra opción que el decrecimiento rápido de la huella ecológica de las sociedades industrializadas, en particular el decrecimiento de nuestro consumo de energías fósiles. Los sueños teológicos del crecimiento contra la evidencia de los limites geofísicos, persisten incluso, después del “Grenelle de l’environnement”
El primer sueño que seduce los espíritus productivistas: más inversiones en exploración nos permitirán descubrir y extraer más petróleo. Por desgracia, después de un siglo de búsqueda geológica, las reservas son casi todas conocidas. Desde hace 40 años, el volumen de descubrimientos anuales disminuye. Ninguna inversión, ninguna tecnología creará el petróleo que no existe.
Un segundo sueño imagina que los progresos tecnológicos pueden aumentar la tasa de recuperación de los campos de petróleo, es decir, el porcentaje de reservas originales recuperadas con respecto al volumen total en el sitio. Ese porcentaje es hoy en día del 35% en promedio.
“Una ganancia de 1% de la tasa de recuperación equivale a dos años y medio del consumo mundial! Nuestra ambición es de poner en promedio en 50%”, afirma Andrew Gould, PDG de la petrolera Schulmberger. Pero la tasa de recuperación depende esencialmente de la geología del yacimiento. Y puede variar de un 3% para un yacimiento compacto fracturado a un 85% para un yacimiento poroso y permeable. Ninguna tecnología puede transformar un yacimiento compacto en un yacimiento poroso.
Otro sueño persistente en la imaginación de los creyentes en la abundancia eterna de la naturaleza: la tecnología contribuirá al crecimiento de las reservas; ella demostrará que aún tenemos 40 años de reservas de petróleo, 60 años para el gas y 250 años para el carbón; y ella disminuirá los costos de extracción. La realidad es otra cuando nos damos tiempo de examinar las estadísticas como lo hacen los expertos de ASPO. Lo que cuenta en efecto, no es el número de años que nos permiten las actuales reservas de petróleo, sino el momento en que la extracción alcanzará su pico para después declinar inexorablemente. En el caso del petróleo lo hemos alcanzado.
El ultimo sueño se expresa como una evidencia del sentido común del credo científico: la tecnología encontrara las energías sustitutas cuando la producción de petróleo decline. Pero ¿es que existe una energía tan barata, tan manejable, tan fácil de transportar, de procesar y con un uso tan versátil como el petróleo? ¡Ninguna! Los aviones no despegan con uranio ni con eólica. Ni con agro-carburantes como el etanol cuyo atragantamiento es debido a que el lobby “cerealero” desprecia cualquier reflexión sobre el balance ecológico y energético.
El petróleo es un conjunto maravilloso de moléculas que han posibilitado la fabricación y la distribución de millares de objetos y de servicios en nuestra vida cotidiana, vehículos, alimentos, medicamentos, plásticos, textiles… y es también contaminante, de la cual debemos deshacernos rápidamente so pena de tener un caos climático, económico y social.
La única política susceptible de evitar esta CATÁSTROFE es la de la sobriedad, es decir, el decrecimiento franco y regular del consumo de petróleo en los países de la OCDE. Esta política no es una adaptación ligera o un problema técnico pasajero, es un cambio de civilización debido al fin del mundo tal y como hoy lo conocemos.
Traducción Edgar Ocampo
Artículo publicado en Le Monde por Yves Cochet, ex-ministro de medio ambiente y ordenación territorial en la época de Jospen.
ver articulo original
fuente: www.crisisenergetica.org
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