Este mediodía he hecho para mi hijo de tres años y para mí arroz basmati con bledos. Mala hierba, vamos. Le han parecido deliciosos y ha repetido. Crudos se los comía también, de hecho se han quedado algo desmejorados tras sus incursiones a la jardinera. Ha sido lo que me faltaba para ponerme a escribir esto que os cuento, lo cierto es que no sabía desde donde enfocar mi “herejía”. Consiste básicamente en plantar, cuidar y comer plantas “enemigas de la agricultura”. Lo hacía en mi huerto y ahora en la terraza de casa.
Es un recurso que creo que la agricultura sana, la de verdad, no ha aprovechado lo suficiente, pero confieso mi ignorancia al respecto. Son las plantas que tienen la mala suerte, que no la culpa, de ser la excusa para envenenar, son el blanco y chivo expiatorio para los herbicidas del agroterrorismo. Los que ya sabéis que en el bosque no se crían las frutas que ponen en los yogures, lo tenéis más fácil para entenderme. Allá voy.
Una vez mi abuela me preguntó qué comía en la montaña y se lo conté, esperando críticas como las que me hacía por hacerme yo mismo el pan, para ella estaba mal visto o era de pobres, algo así.
No se inmutó lo más mínimo y me dijo que todas las habían comido en la guerra. En el caso de éstas plantas, no empecé aprendiendo con los campesinos, como fue el caso con las medicinales, debido a los prejuicios a la “comida de pobres”. Incluso tuve algún que otro malentendido, como con el abuelo Griba que salió maldiciendo de casa cuando se dio cuenta de que comía “herbes del bancal”, como exclamó. Era el segundo plato, todo hay que decirlo. El uso de estas plantas sobrevive en algún pueblo como un vestigio de lo que fue un aprovechamiento mayor de los recursos, como es el consumo esporádico de espárragos, de collejas, “de llicsó” o de hinojo.
No hace falta decir que hay que asegurarse bien de lo que vamos a comer. Pese a la mala fama de las setas, se dan más envenenamientos por otros tipos de plantas que por consumir setas. Una planta común de paredes antiguas y solares de masías es la brionia o nueza, planta con usos medicinales cuyos brotes son una delicia en crudo tal cual la ves, o en tortilla. El fruto y la raíz son tóxicos, con no comerlos, solucionado. Otra planta medicinal que se puede consumir es el llantén. En crudo además te curará aftas o infecciones en la boca, pero rehogado con cebolla es una delicia para guarnición o para rellenar pitas, por ejemplo. O la ortiga, medicinal y sabrosa en tortilla (los brotes tiernos de la ortiga menor), pero mi receta favorita la sitúa junto a la cebada, (en este caso la ortiga mayor), y unos cuantos ajos. Las plantas se añaden cuando la cebada está casi hecha, mejor todo a fuego lento.
Una de mis favoritas es la amapola, antes de florecer es una mata tierna y jugosa (los “ababoles”), y en un huerto se puede hacer casi como una escarola de grande. Es fácil de reconocer la flor, pero la planta (esto pasa en casi todas estas), varía enormemente de una tierra a otra según el riego, el sustrato o el sol. Una receta sencilla y deliciosa: escaldarla, porque es un poco peluda para ensalada,
(pero se puede macerar un poco en el propio aceite de la ensalada y estaría buena ), y adobarla con lo que guste, sin más. En el huerto, la pega es que espigan rápido (pasan de ser carnosas y tiernas a estirarse, hacer semillas y volverse todo fibra en dos días) y que llenan todo de semillas, llegando a asfixiar a las plantas del huerto. Esto es común y por ello el nombre de malas hierbas. Es buena idea preverlo y cultivar menos lechugas y verdura de hoja, (estas hierbas te visitan siempre sin plantarlas, incluso en las macetas del balcón), y aprovechar el principio del ciclo vital para gastarlas.
Los bledos son otra “mala hierba”, en realidad son varias especies, entre los comunes están los cenizos, el pazote y el propio bledo. Pueden llegar a superar los dos metros. Los cenizos se llaman así porque debajo de las carnosas hojas tienen como un polvillo gris. En el Neolítico fue cultivado. Tiernos son suaves para ensalada, pero los prefiero con arroz (con el basmati van muy bien, hemos descubierto hoy), y con patatas. Las patatas y el arroz van muy bien con casi todas estas plantas porque suavizan el sabor poco civilizado que tienen, son sabores parecidos a la verdura doméstica pero más concentrados y con más matices. Son muy abundantes las zanahorias silvestres, aunque duras como madera, el sabor es un concentrado de las mejores zanahorias, el truco es dar con la cocción que necesitan y usarlas para dar sabor, más que comerlas.
Pero no todo son hervidos y ensaladas, también están los desayunos. Una vez, invité a desayunar a una vecina con la que no me llevaba demasiado bien. Aceptó, pero le fue cambiando la cara cuando la llevé hasta la orilla de un prado y la invité a comer flores de arveja, infinitos ramilletes de pequeñas flores moradas. Cuando las probó se quedó sorprendida, y no por mi romanticismo, precisamente. Todo un festival de sabores, que se convierte en un sabor herbáceo si las comes con gula. En pequeñas cantidades son una golosina. Curiosamente su nombre en latín es Vicia.
O los cardos. El cardo mariano es grande y tiene enormes pinchos. Así que guantes y tijeras. Una vez sin pinchos, es como una alcachofa y se puede cocinar como tal o en ensalada. El tallo se corta hasta donde deja de ser flexible y se pela. Es laborioso, pero sin prisa, ante un buen paisaje una mañana de mayo, o una conversación tranquila, es un placer comer los tallos dulces uno tras otro, y cunde. Han de estar tiernos, de lo contrario son como corcho y se vuelven indigestos. Las flores no siempre son dulces y suaves, por esa razón se pueden incluir en una ensalada, como el pirigallo, planta forrajera muy extendida y asilvestrada de bonitas flores. Va bien mezclada con brotes de soja o alfalfa y el resto de la verdura. Una flor deliciosa es la de la robinia o falsa acacia, árboles típicos de cunetas y orillas de las vías del tren. Con olor a coco y un sabor bastante aceptable, entre dulce y amargo, la flor de la aliaga en febrero la he comido incluso con el muesli del desayuno. Al crío le motivan hasta el punto de meter los dedicos entre los pinchos y sacarlas.
Hay plantas “peludas” que se pueden rebozar en miel diluida y harina después, como la borraja y la vivorera. Se pasan muy rápido por el aceite hirviendo y se caramelizan al instante. En una supervivencia, hace años, seguía el curso de un rio y comía pitas que hacía sobre la marcha, con plantas como las que he comentado y orquídeas. Hacen dos pequeñas patatas, una del año anterior y otra nueva de reserva. Hay pocas, así que solo las cogía donde habían en abundancia, y siempre dejaba al menos tres cuartas partes de las que encontraba.

Desayuno, comida, postre y delicatessen, ¡ahora a fregar! Si aún queréis seguir experimentando y aprendiendo de los usos de las plantas, coged un ramillete de jara de la variedad de hoja blanca y ancha,“Cistus Albidus” y tenéis el estropajo y el jabón todo en uno, aunque la comida dejase algo de grasa, quedará sorprendentemente limpio. Usé durante mucho tiempo una mata que crecía cerca de mi casa de entonces, cogiendo cada vez lo que necesitaba y allí sigue dando flores. En muchos lugares es una planta abundante, en ceriales y estepas, de ahí el nombre de estepera o estepa. En primavera nos regalan la vista con sus flores fúcsia. Ni siquiera he nombrado todas las que me gustan, como la malva, y tantas otras, o los condimentos como el “crespinell” o uva de gato, pero no quiero extenderme, mi idea es dar a conocer este recurso tan ignorado que son las plantas comestibles, son tantas que sería inacabable. Para terminar, lo usual es hacer un recuento o comparación de los nutrientes, algo que no me voy a tomar la molestia de hacer, sería caer en lo de siempre, esto vale para aquello, aquello para lo otro. La comida es comida, y alimenta. Y si no es comida es una porquería, por mucho calcio, vitaminas y cosas exóticas que le mezclen antes de plastificar. Hay cosas que no se pueden dejar en manos de las instituciones o la industria, como el desarrollo espiritual, el cuidado de los hijos o la comida. Todo lo que tenga que ser un arte requiere corazón, que es la condición para la vida, si se quiere ayudar a la vida del tipo que sea, ha de haber corazón, no manipulación. Un saludo Vicent. Gracias por la inspiración y lo demás...
por diego perez - Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
saludos: me ha parecido muy interesante tu post¿donde podemos leerte mas?
raimon