Aprender a conocer, a hacer, a emprender, a vivir juntos… pero, sobre todo, aprender a ser, a “dirigir la propia vida”, a actuar en virtud de las propias reflexiones.
Aprender a ser plenamente humano, es decir, dotado de las facultades exclusivas y distintivas de pensar, imaginar, prever, … crear!
En ésto consiste la auténtica educación. Lo de más son capacitaciones, formación especializada, adquisición de destrezas técnicas.
La filosofía es un pilar esencial porque contribuye a desarrollar estas capacidades fundamentales. De todo lo que aprendí en la escuela y el instituto lo que más me ha ayudado, incluso desde un punto de vista bioquímico (Heráclito, Leibnitz), ha sido la filosofía, porque ayuda a ser “humanamente” y científicamente.
Junto al fomento de la capacidad de pensar, la de emocionarse, de sentir, de desplegar la mayor desmesura humana: la creatividad. Música, artes plásticas, literatura, poesía…
Abandonen, por favor, los proyectos educativos que se basan en ideologías, creencias, enfoques pragmáticos… que alicortan las posibilidades de despegue y vuelo alto, que reducen la libertad, don supremo de la condición humana.