En el siglo XXI entre el paradigma dualista que se nos muere y uno más holista que está intentando nacer seguimos tropezando una y otra vez con las categorías de psicológico o somático al querer etiquetar nuestras dolencias. incluso la medicina psicosomática que por  una parte ha establecido puentes  entre las dos categorías por la otra ha ahondado más en el cisma al establecer un tercer grupo de enfermedades denominadas psicosomáticas como si hubiese unas enfermedades que fueran psicosomáticas y otras que no.



Cuando padecemos una enfermedad solemos querer que se le etiquete  de orgánica  puesto que  los enfermos orgánicos son considerados más enfermos, mientras que  sobre  los otros planea una sombra de duda, un punto de sospecha: ¿y si tuvieran más voluntad? ¿Y si se esforzarán más? ¿No habrá un poco de cuento en todo esto? nadie le exige a una persona con diabetes que se esfuerce porque su páncreas sintetice más insulina, nadie pretende que un poliomielítico corra, pero ¿por qué no se anima el depresivo? ¿Por qué no se relaja el hiperactivo? ¿Por qué no le echa un poco más de coraje el agorafóbico? He oído reiteradamente a algún familiar de un enfermo depresivo decirle a este: “quién quiere puede” seguro que esta persona no le diría a otra de corta estatura puedes ser jugador de la NBA pues tan solo se trata de querer, pero el mundo de lo psíquico se ha hecho abstracto en nuestras concepciones, se ha desenraizado de lo corporal.

En cierto modo hemos sido tan simplistas como para llevar décadas calificando de orgánicas a aquellas enfermedades en las que nuestros medios de resolución podían encontrar anomalías estructurales o en todo caso bioquímicas-funcionales y psicológicas a las que no. Así cuando han ido cambiando nuestros medios y  hemos podido contar con técnicas más resolutivas como la RNM, el PET, potenciales evocados, los conocimientos de la genómica o de  la proteómica hemos  ido encontrándonos que enfermedades que llamábamos psicológicas presentan anomalías estructurales o bioquímicas o bioeléctricas. Digo que hemos sido simplistas porque hemos creído que la realidad se ajusta a nuestro parcial conocimiento. ¿Por qué seguir en esta dinámica si luego tendremos que rectificar una y otra vez? ¿Acabará etiquetándose todo como orgánico ahora que sabemos que hasta la capacidad para ser feliz tiene sus genes? ¿Tendrá que ver la voluntad también con los genes? ¿No nos estaremos metiendo en un callejón sin salida?

Muchas veces queremos resolver la complejidad del mundo incluida  la nuestra con pensamientos simples, dualistas del  tipo:

“somos libres” o “estamos predestinados por nuestra genética y la crianza de nuestros primeros años” y llega un punto en que la paradoja es necesaria para abarcar una realidad que no tiene nada de esquemática. A veces he bromeado diciendo que  los occidentales  no  hubiéramos  tenido  una  ley  del  Yin-Yang  sino una del Yin o Yang.

Prosiguiendo  con  el  hilo  de mi  exposición  ¿qué  pasa  con  el mundo de  los  significados? ¿Se va a perder con  los hallazgos científicos? ¿Y  si esto nos pasa porque nuestro planteamiento está viciado desde el principio?

Supongamos  en  la  línea  de  los  estudios  de  Luis Chiozza  que para entender el cuerpo utilizamos la imagen del alma congelada al  igual que en  la física  cuántica  se utiliza  la  imagen de la materia  como  energía  congelada  o  cuajada.  Supongamos que  hablamos  del  alma  como  la  vertiente subjetiva  inherente al proceso vital. Resituémonos en que psique  (o  si  lo prefieres alma) y cuerpo han sido dos categorías de nuestra mente pero que  nunca han sido realidades diferentes en sí. para mí ha sido una suerte encontrar la bibliografía de Luis Chiozza y su equipo (que  por  cierto  generosamente  ofrecen  gratis  en  su web),  sus formulaciones me han permitido adentrarme en la unidad de los procesos humanos. La  formulación de que el  lenguaje y  la semiótica del cuerpo extraen sus significados de la misma fuente puede ayudarnos en la integración.

Surge  un  paradigma  integrador  en  donde  cada  enfermedad tiene su significado relacionado con  nuestros  afectos  (Del  afecto a  la  afección  se llama  uno  de  sus libros)  así  como  cada  enfermedad tiene sus anomalías orgánicas aunque estas a veces sean muy sutiles. El  que  en  una  determinada  enfermedad no se conozca su significado no quiere decir que no  lo  tenga, el que no conozcamos  sus anomalías orgánicas no quiere decir que no estén presentes en su  constelación causal. ¡Cambia tanto la percepción de nosotros mismos!

Si  fuéramos  libros  diría  que  no  nacemos  en  blanco sino que tenemos un texto repleto de significados, algunos de los cuales pueden  haber  estado  pasando de generación  en generación (en  el  lenguaje  de  la  biología  lo  llamaríamos  genes  heredados). pero ciertos párrafos pueden ser modificados con nuestras elecciones y actitudes aunque a veces se requiera para ello un esfuerzo  arduo  y  perseverante.  Nuestra  psique,  nuestro  libro, tiene plasticidad, hablando de fisiología expresaría que la neurogénesis persiste en el adulto, como ya se ha constatado. Por supuesto que en nuestra psique, que en nuestro libro hay contenidos nuevos que elegimos nosotros.

Esta  aventura  apasionante  de  ser  nosotros mismos  tiene  una dimensión subjetiva pero también deja una huella somática, un camino biológico nuevo. Una huella nueva que se instaura una y otra vez puede  ir cambiando una del pasado. puede que os suene extraño que enfermedades que  siempre hemos  llamado físicas como el cáncer o una neumonía por poner algún ejemplo tengan su significación,  para mí ha sido mi propia experiencia vital la que me ha acercado a este nuevo modo de contemplar la realidad. Cambiar partes de nuestro texto heredadas o impresas en nuestra infancia es posible, estas partes si no han podido descargarse y asimilarse  pueden estar manifestándose en nuestro cuerpo como una enfermedad.

Ahora bien no se trata de un proceso que tenga que ver con la omnipotencia mágica  del  pensamiento  o  del  deseo,  requiere un esfuerzo arduo  y perseverante para  ir expandiendo nuestra consciencia y asimilando contenidos frente a los que se instauraron mecanismos  de  defensa  precisamente  por  el  sufrimiento que conlleva asimilarlos. Y  también requiere consciencia de nuestros límites, tanto de los nuestros como individuos como de los nuestros como seres pertenecientes a una sociedad, a una cultura, a un momento evolutivo de nuestra especie.

La aventura de adentrarnos en nuestros significados ocultos,  la aventura de ir escribiendo nuestro texto profundo es apasionante y puede dar motivación y sentido a nuestra vida, una aventura en donde los obstáculos se convierten en retos y oportunidades.♦

“La paradoja es necesaria para abarcar una realidad que no tiene nada de esquemática. A veces he bromeado diciendo que los occidentales no hubiéramos tenido una ley del Yin-Yang sino una del Yin o Yang.”


María López Marco // Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.