Cuantas sorpresas nos esperan solo debemos querer ver, no dejamos de encontrar personas valiosísimas e iniciativas que son modelos para los que necesitan encontrar su lugar, vivimos tiempos apasionantes, el equipo de agroecología con Jose Luis y German como cordinadores  nos están descubriendo iniciativas como este bosque de alimentos de LLIria, iniciativas personales que inspiran...

La calidad humana y profesional de las personas que están llegando a la Red no se puede describir con palabras, este es un ejemplo de una visita que deja huella y como las conexiones profundas potencias el desarrollo personal de cada uno incluso de los que no asistimos...junt@s somos más

Esta visita la he vivido como una tempestad externa, por las lluvias de toda la semana, y una tempestad interna, por la confusión de no saber si suspender la visita y la complicada comunicación con los asistentes con tan poco plazo. Pero en ambas tempestades, el sol acabó brillando, iluminando las nubes y las sombras.

El día empezó lluvioso, pero yo seguí adelante con la visita, pensando en un plan B de dirigirnos al botánica con los valientes a los que no les asustara la lluvía. Mis ánimos se envalentonaron cuando Hugo me llamó para decirme que el cielo se estaba aclarando y parecía querer arreglarse, y más aún cuando al llegar al punto de encuentro en Valencia, allí había esperandome 10 personas.

Tras un poco de ajuste organizativo con los coches, nos dirigimos felices al edén frutal de Hugo. Conforme avanzabamos, ante nuestra vista la luz de sol empezó a abrirse paso entre las nubes y para nuestra sorpresa de repente nos encontrabamos en un día apaciblemente soleado. Fue como cambiar de un estado sombrío a un estado luminoso, donde la luz de nuestros corazones nos impulsaba a ir hacia adelante con la seguridad de encontrar armonía más allá de las nubes.

Al llegar a las inmediaciones de la finca de Hugo, se podía sentir la libertad del espacio abierto del cielo, la tranquilidad de la vida rural, la vida despertando del invierno, el brillo de las gotas de lluvia sobre las refrescadas plantas. Y allí estaba un sonriente Hugo dispuesto a saludarnos y a recibirnos en su hogar, y más tarde su pareja Carmen, con sus pequeños Leo y Abril.

Como es común en el amigo Hugo, con gran decisión animó al grupo a seguirle para empezar la visita y a contarles la historia del proyecto de autosuficiencia. Todos nos quedamos boquiabiertos con el tamaño de los colirábanos, los rábanos y las zanahorias, y en un momento estabamos saboreando ricas y deliciosas zanahorias acabadas de arrancar.

La siguiente parte de la visita fue el Bosque de Alimentos productivo, con frutales alineados con huerta en las calles. En este diseño se buscaba producir cantidad a la vez de gran diversidad de frutas, incluyendo parras en espaldera para diferentes tipos de uva de mesa.

La parte de la visita de la mañana concluyó viendo la parte más íntima del proyecto de Hugo, el Bosque de Alimentos natural, que él mismo empezó hace diez años, con prácticas muy puristas de permacultura, con plantaciones de árboles desde semillas, dejando la poda sin triturar en el suelo, sin segar la hierba, sin labrar ni fertilizar y realizando un mínimo control para evitar interferir en la evolución natural del sistema.

Nuestros estómagos nos comunicaron que era un buen momento para reponer fuerzas y como viene siendo costumbre, hubo un festín gastronómico de comida casera de todo tipo. Pero también como ocurre en ciertas ocasión hubo sorpresa, Hugo ofreció delicatessen de jaleas, frutos secados al sol, mostos de uva, miel,... y los asistentes no daban crédito a tantos sabores deliciosos y inesperados.

Por la tarde algunos ya marcharon, no sin compartir un círculo de silencio y conexión con el lugar, pero los que nos quedamos aun pudimos disfrutar de una breve demostración de cómo injertar por cortesía de Hugo, en otra zona de árboles frutales que nos quedaba por ver.

Gracias Hugo, Carmen, Leo, Abril y al Dios Sol por un día tan maravilloso, todos nos fuimos alegres y muy morenos. Un abrazo