Este mediodía he hecho para mi hijo de tres años y para mí arroz basmati con bledos. Mala hierba, vamos. Le han parecido deliciosos y ha repetido. Crudos se los comía también, de hecho se han quedado algo desmejorados tras sus incursiones a la jardinera. Ha sido lo que me faltaba para ponerme a escribir esto que os cuento, lo cierto es que no sabía desde donde enfocar mi “herejía”. Consiste básicamente en plantar, cuidar y comer plantas “enemigas de la agricultura”. Lo hacía en mi huerto y ahora en la terraza de casa.
Es un recurso que creo que la agricultura sana, la de verdad, no ha aprovechado lo suficiente, pero confieso mi ignorancia al respecto. Son las plantas que tienen la mala suerte, que no la culpa, de ser la excusa para envenenar, son el blanco y chivo expiatorio para los herbicidas del agroterrorismo. Los que ya sabéis que en el bosque no se crían las frutas que ponen en los yogures, lo tenéis más fácil para entenderme. Allá voy.