¿No tenéis hambre?, preguntó Gema Gómez antes de dar por finalizada la tercera edición de la Jornada de Moda Sostenible que organizaba la plataforma Slow Fashion Spain, fundada por ella.
El cuento de Almudena Solana, La vida es tela, tela marinera nos había narcotizado. Seducidos por los acordes de su voz y sus palabras, habíamos penetrado en una bruma confortable de la que ninguno parecía querer salir. Como dijo Gema parecía que llevásemos mucho, mucho tiempo en ese espacio, aunque tan sólo había transcurrido un día. Una tarde y una mañana, para ser exactos. En los asientos negros de la sala del Museo del Traje éramos conscientes de la necesidad de asimilar todas las ideas, la información y las novedades que se apelotonaban a las puertas de nuestro cerebro. Allí estaban seguras. En ese lugar podríamos pensarlas más tarde, macerarlas y reflexionarlas, como nos había aconsejado Almudena Solana. Almudena, una mujer que escribe y cose telas, para poder crear palabras. Palabras que se cosen y crean historias y libros. Pero Almudena también cose telas porque quiere hacer del mundo un pañuelo maravilloso.