"Tengo 62 años. Vivo en Todmorden, en el norte de Inglaterra. Divorciada, una hija. Soy economista. Presido el comité gestor del patrimonio forestal de Gran Bretaña. Quiero una sociedad respetuosa con la naturaleza. Creo en ser buena persona, en compartir y en dejar un futuro mejor"
Ha llenado las aceras de Todmorden de tomates y árboles frutales.
Sí, y otras 33 ciudades de Inglaterra.
Sorprendente.
La idea es así de simple: se plantan a discreción verduras, hierbas y árboles frutales en 70 espacios públicos. Se mantienen gracias a la labor de 280 voluntarios que dedican dos mañanas al mes a la faena. Y todo el pueblo puede servirse gratis y a placer cuando llega la hora de la cosecha.
¡Guau!
Para mí la comida era una excusa para que la gente cambiara su manera de actuar, que colaboraran unos con otros, que se hablaran en un pueblo de 16.000 habitantes. Queríamos cultivar comida, enseñar a los niños a hacerlo y crear nuevos puestos de trabajo.
¿Cómo empezó todo?
Reuní a 60 personas y les pregunté si querían una ciudad más agradable y vivible para sus hijos, con productos más sanos que se cultivaran localmente. La reacción fue entusiasta.
No me extraña.
Buscamos zonas en desuso y las convertimos en pequeños huertos. Pusimos contenedores con tierra con plantas aromáticas y algo de fruta en la estación y el parking con carteles que decían: "Sírvase usted mismo".
Genial.
Pedimos permiso a la policía para plantar frente a la comisaría maíz dulce y cebollas japonesas y se sonrieron socarronamente, pero al cabo de poco todos llegaban a casa con sus mazorcas y decidieron cuidar del huerto. Al verlo, los bomberos nos pidieron que plantáramos frente a su edificio.
...
Fuimos al hospital y les propusimos sustituir las plantas ornamentales de su jardín por plantas medicinales. Plantamos en los descampados abandonados y en el cementerio que está junto al colegio. Son los niños los que cuidan de ese huerto, así que de paso cambiamos la percepción de ese lugar.
¿Nadie le dijo: "Quite esto de aquí"?
"Si no nos cuesta un duro, adelante" era la respuesta general. Las iglesias nos pidieron ayuda para plantar en las colinas coles, acelgas, pepinos, pimientos y lechugas. En las aceras plantamos árboles frutales; en las escuelas, huertos. Así conseguimos nuestro primer objetivo: sensibilizar sobre el producto local y mejorar el entorno.
Ha invertido tiempo y dinero.
Sí, pero cuando vimos que el proyecto funcionaba fuimos a pedir dinero al Gobierno procedente de la lotería, para crear un centro de acuaponía (plantas y peces se retroalimentan), hidroponía y permacultura, donde hemos podido dar trabajo a seis jóvenes y enseñar a los niños cómo fabricar comida.
Y han inventado el turismo vegetal.
Gracias a estos huertos urbanos, personas de toda Inglaterra vienen a visitar nuestra pequeña y pobre ciudad, de manera que hemos conseguido ayudar al comercio local. Hemos creado la ruta verde de Todmorden: los visitantes siguen un mapa que les indica los espacios de cultivo y los jardines particulares cultivados, en los que cada uno ha añadido su creatividad.
¿A qué se refiere?
Algunos ciudadanos que hoy cultivan plantas aromáticas en su jardín, siempre con el letrero "Sírvete tú mismo", hacen también de apicultores y venden la miel; otros, mermeladas; otros cultivan plantas de té, y una familia ha construido un hotel para insectos polinizadores.
¿?
Una curiosa estructura de bambú. El caso es que el comercio local se ha disparado. Se ha abierto una pequeña lechería de leche de vacas de la zona, una quesería, una carnicería, una pollería...
Los supermercados se ganan la vida vendiendo fruta y verdura barata del otro lado del mundo.
Cierto, pero al aumentar la sensibilidad frente a la comida local, comida que no viaja (kilómetro cero), los supermercados han abierto ese espacio.
Entonces, ¿lo bueno es rentable?
Sí. Una universidad ha hecho un estudio en Todmorden y el resultado ha sido que el 46% de los negocios locales ha crecido gracias a esta idea. Pero el objetivo final no es que cada uno produzca su propia comida.
¿Por qué no?
Una pequeña ciudad no puede ser totalmente autosuficiente, pero si la región se une... Hay que dejar de sentirse víctima y empezar a cambiar el futuro con nuestras manos. Es posible crear una ciudad con una economía fuerte a la vez que agradable y respetuosa con el entorno.
¿El sírvete tú mismo no es peligroso?
La primera en sustituir las rosas de su jardín por verduras y en colgar el letrero fue una amiga. Una familia que pasaba por delante a diario llenó su cesta, y al día siguiente le llevaron una sopa preparada con su verdura. Así se crea la comunidad.
¿No hay vándalos en su tierra?
A raíz del plantel de maíz frente a la comisaría, los ciudadanos empezaron a relacionarse con la policía y esta observó como bajaba el nivel de vandalismo. No vivo en una ciudad modelo, temíamos que al cabo de dos días las estructuras para los tomates estuvieran destrozadas, pero no ha sido así. Los ciudadanos cuidan de que nadie estropee los planteles. Incredible Edible es un movimiento desde abajo.