Frente a un modelo de consumo y producción agrícola egoista que nos conduce a una crisis alimentaria, climática, y del campo sin precedentes, se anteponen otras prácticas desde abajo y a la izquierda en la producción agrícola, la distribución y el consumo. Se trata de experiencias que buscan establecer una relación directa entre el productor y el consumidor, a partir de unas relaciones solidarias, de confianza, cooperativas, locales, planteando alternativas viables al sistema actual.
desde el equipo de Agroecología de la Red Sostenible y Creativa estamos trabajando en reunir a aquellas personas que están sintiendo la llamada de volver a sentir la tierra y producir sus propios alimentos, para ayudarles a formarse y a encontrar tierra que cultivar.
Al mismo tiempo está apareciendo gente que ofrece tierras agrícolas que no puede aprovechar por diversas circunstancias, situadas en diversos puntos de la provincia de Valencia y alrededores. Por ello, estamos creando un Banco de Tierras para recoger las ofertas y demandas que van apareciendo, el cual ya está ayudando a crear sinergias y materializando proyectos de huertos comunitarios.
Esperamos que en este proceso se pueda crear una red de huertos para la autosuficiencia y la producción agroecológica local, por lo que agradecemos vuestro apoyo para contactar los que tengais tierra y querais compartirla o aprovecharla, con los que buscais tierra y quereis trabajarla.
La alimentación debería ser un derecho fundamental para todos los seres humanos de este planeta y nuestros actuales dirigentes dicen trabajar en esta línea, pero las cifras de la cantidad de personas en el mundo que mueren diariamente de hambre no dejan de subir. Ante esta situación, el mensaje que nos llega de los medios de comunicación es que no se produce suficiente alimento para todos y que hay que invertir en una agricultura más intensiva, para arrancarle más producción a los procesos naturales de creación de alimento, y que esto justifica tecnologías poco sostenibles (incluso peligrosas) como los cultivos hidropónicos, los cultivos transgénicos, los cultivos de regadío en tierras desérticas, etc... pero el sentido común nos dice que el problema es la dependencia de que sean otros los que produzcan nuestros alimentos, cada vez más lejanos por la globalización de los mercados económicos. Ante esta situación actual, tras varias décadas de gran desconexión con la tierra y los ciclos naturales, con los que nuestros antepasados estaban en sintonía para desarrollar “el arte de cultivar” hasta la llegada de la agricultura química o industrial (hace más de 60 años), volvemos a reconocer la capacidad y responsabilidad para producir nuestros alimentos.
Cuanto podemos aprender de la naturaleza, que cerca tenemos las soluciones más efectivas, este es un ejemplo de como mejorar el ambiente y el oxigeno en nuestras casas, además de disfrutar de unas bonitas plantas.
"La misión más elevada de las plantas no es meramente agradar a nuestros ojos con el color, a nuestras bocas con frutos deliciosos. No sólo hacen esto y más, sino que también están consumiendo silenciosamente, pero sin lugar a dudas, lo que es impuro y nos es perjudicial en la atmósfera y en la tierra de nuestros hogares; y cualquier morada en la que las plantas estén bien cultivadas y sanas será más probable que sea una casa limpia y saludable que si las plantas no estuvieran allí." (atribuido al Ladie's Floral Gabinet, siglo XIX
Los occidentales pasamos aproximadamente el 90 % de nuestras vidas en lugares cerrados, donde las plantas son imprescindibles por su papel purificador del aire.
Biocasa de la NASA que en 1989 permitió demostrar la capacidad de las plantas de interior de mejorar la calidad del aire que respiramos. La biocasa estaba construida de plástico y otros materiales sintéticos emisores de sustancias químicas orgánicas volátiles. Las personas que entraban en ella, presentaban los síntomas típicos asociados con el síndrome del edificio enfermo, tales como irritación de ojos y garganta, y problemas respiratorios.